Lo poco que me pertenece

Estoy en un proceso de constante aprendizaje, adaptación, inserción, crecimiento y maduración. Todos los días pongo a prueba mi cerebro, mi sistema nervioso, mis emociones. Terminal de cobro nuevo, aquarius, entorno laboral, tipos de sushi, sistema político, personas, contexto, cultura, máquina para recargar el abono de transporte, luces y dispensadores con sensores de movimiento, edificios a lo Mies van der Rohe, trabajo de oficina, trabajo de cara al público, relaciones afectivas. Constantes procesos de aprendizaje para insertarme en una sociedad que no me pertenece y a la que le da igual si me siento o no parte de ella. 

Me pregunto de forma constante qué nos pertenece en realidad. Yo, personalmente, solo experimento ese sentido de pertenencia con mi gato y el más reciente colchón donde duermo. Y, si algún día tengo que marchar otra vez, todo dejará de ser mío. Tampoco tuve un sentido de pertenencia muy afianzado en Cuba, a pesar de haber nacido ahí y haber vivido 24 años en La Habana. Emigrando me di cuenta de que, en realidad, nada nos pertenece completamente. En todo caso, como dijo Tyler Durden en Fight Club: “The things we own end up owning you”. 

Me costó siempre entender el extremo patriotismo de los estadounidenses y la entrega política de los españoles. Esto último lo veo más ahora por cómo la gente vive los conflictos más recientes. Yo no me siento de ninguna parte, ni de aquí, ni de allá. Yo me dedico a sobrevivir, a no involucrarme en muchas cosas simplemente porque no siento que me representen, no siento que sean mías. Porque para mí todo es temporal, pasajero, efímero, circunstancial. Porque realmente, si de pronto cae una bomba, todos quedamos iguales, sin nada. No digo con esto que sea algo positivo o negativo, es sólo mi experiencia, mi percepción y mi condición actual tal y como la vivo en estos momentos. 

Aprendo todos los días, aprendo sobre todo de las personas que me rodean y de mi misma, de mis capacidades, de mis errores, aprendo de la condición humana, de personalidades, de caracteres, aprendo de los amigos, de los rollos. Esas son las únicas cosas que realmente me pertenecen, a mi entender: mis experiencias, mis recuerdos. Y cada día me doy cuenta de que ninguno tenemos idea de lo que estamos haciendo, de que todo nuestro pensamiento está condicionado por algo, lo que sea. Me doy cuenta de que todo es relativo, nada es absoluto y, por mucho que algunos quieran ser extremistas o pragmáticos, la subjetividad nos domina, sobre todo porque somos humanos y la sociedad está en constante cambio.

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